Este enseñar con
autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y obedecen. En los
evangelios podemos leer más de una vez que Jesús mandó a sus discípulos a ir
por el mundo predicando la Buena Noticia y curando a los enfermos. Y nosotros,
los cristianos, debemos pensar también esto: que Jesús nos manda no sólo a
enseñar con palabras, sino en muchos casos a curar las enfermedades de las
personas. La palabra “curar” no debemos entenderla solamente aplicada a la
sanación de enfermedades físicas, sino a la curación de cualquier clase de enfermedades,
tanto físicas, como psicológicas, o espirituales. Muchas enfermedades que
padecemos las personas son psicofísicas. Una persona bipolar, por poner sólo un
ejemplo, es un enfermo al que debemos intentar curar de su enfermedad. Hoy día,
como en tiempo de Jesús, aunque en distintas formas, hay muchas personas que
parecen estar físicamente sanos, pero que de hecho sufren y padecen mucho
interiormente. A todos los cristianos nos manda Jesús enseñar y curar. Cada uno
de nosotros debemos acercarnos a cualquier persona que sufre e intentar
aliviar, o curar, su sufrimiento. Los cristianos tenemos la obligación de
intentar imitar a Jesús “que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los
poseídos por el diablo”, es decir, a todos los que padecían alguna enfermedad,
de cualquier clase que fuera. Una nota distintiva de cualquier cristiano debe
ser la misericordia y la compasión. La teoría, el dogma, es importante y
distintiva de los cristianos, pero es más importante la misericordia y la
compasión hacia el prójimo. El mandamiento nuevo no es predicar doctrina, sino
amar al prójimo como Cristo nos amó a nosotros. Prediquemos y curemos, si de
verdad queremos ser buenos discípulos de Jesús. Así lo hicieron todos los
grandes santos del cristianismo, empezando por san Pablo y siguiendo por los
grandes fundadores de órdenes y congragaciones religiosas: san Agustín, san
Benito, san Francisco, santo Domingo, san Ignacio de Loyola, santa Teresa, san
Juan de la Cruz, la madre Teresa de Calcuta y tantos otros más. Enseñaron con
autoridad, como nos dice de Jesús el evangelio de este domingo. Hagamos
nosotros lo mismo.
PARROQUIA DEL SAGRARIO-IGLESIA MAYOR DE BAZA
27 de enero de 2021
21 de enero de 2021
III Domingo del Tiempo Ordinario 24 de enero de 2021
El libro de Jonás
enseña que la misericordia de Dios es incluso mayor que su justicia. Jonás va a
Nínive, donde nadie le espera; va a la ciudad donde no quiere ir y va a
predicar lo que no le gusta. Es un hombre convencido de que la voluntad de Dios
es salvar a todos los hombres. Pero para provocar esa salvación debe comenzar
por predicar sentencias duras y sin piedad, lo que le hace ir contra corriente
de sus contemporáneos. Nínive se convierte, lo cual es causa de sorpresa y
contraste evidentes. Porque muchas veces Israel no ha hecho caso de amenazas y
promesas, mientras que uno de sus peores enemigos se convierte con humildad y
fervor. Nínive ha comprendido mejor al Dios de Israel, que Israel mismo. Esta
lectura muestra el universalismo del amor de Dios, que “se arrepiente” y decide
perdonar a Nínive. La misericordia triunfa aquí también sobre el juicio. Una
actitud hiriente y despectiva para quien no sea de los nuestros no es cristiana.
El cristiano debe caracterizarse por la comprensión y la apertura para con
todos. El que ha descubierto la urgencia y la importancia del Evangelio y se ha
convertido al reinado de Dios que se acerca, no puede instalarse ya en este
mundo. No puede llorar como si no hubiera consuelo para sus lágrimas, no puede
reír como si ya hubiera hallado la felicidad completa, no puede trabajar o
negociar como si esto fuera su verdadera vocación y destino... Si llora, si
ríe, si negocia... debe hacerlo como si no lo hiciera, "porque la
presentación de este mundo se termina". El cristiano ha de vivir en este
mundo y ocuparse de este mundo, pero con esperanza. Pablo en su carta primera a
los Corintios no quiere decirnos que vivamos en el mundo con indiferencia, sino
que pongamos las cosas en su sitio y, por encima de todas, el reinado de Dios
que se acerca. La llegada del Reino de Dios es una buena noticia: "creed
la buena noticia". Jesús pide la creación de una comunidad de discípulos
que le sigan; el seguimiento es la característica que define al discípulo.
Jesús pide que la vida de Dios sea vivida por los hombres en fraternidad con
los demás. La conversión tiene que materializarse en la formación de
comunidades cristianas. A la creación de estas comunidades dedicó Jesús todos
sus esfuerzos y su actividad. La llamada de Pedro, Andrés, Santiago y Juan no
es al sacerdocio, sino a ser comunidad cristiana que testimonie una forma de
existencia tal que saque a los hombres del mar del egoísmo individual:
"veníos conmigo y os haré pescadores de hombres". Jesús pide al
cristiano radicalidad de entrega. Seguir a Jesús no es una decisión ética
autónoma, ni una adhesión intelectual a una doctrina. La llamada de Jesús es
urgente y exige una respuesta sin componendas, un seguimiento sin condiciones.
Habrá que dejarlo todo si es preciso. Estos discípulos no han sido llamados
solamente al Reino de Dios, sino también a ser los testigos privilegiados de
Jesús y a anunciarlo después por todo el mundo. Deberán acostumbrarse ya desde
ahora a la vida de Jesús, que no tiene donde reposar su cabeza. Pero
comprobarán que merece la pena seguir a Jesús.
12 de enero de 2021
II Domingo del Tiempo Ordinario 17 de enero de 2021

Decimos que la vocación
es la respuesta a una llamada, que el hombre recibe de parte de Dios. Quien
toma la iniciativa es el que llama, el Señor. Esto se observa claramente en la
primera lectura donde el "convocado" es un adolescente inexperto que
vive en una época en que "era rara la palabra de Yahvé". Dios se fijó
en un muchacho, no en el sacerdote Elí, porque Dios prefiere a los pequeños tal
como había cantado Ana, madre de Samuel.
La llamada es pura
gracia, don que Dios da. Él se fija en ti y te llama por tu nombre como a
Samuel. Te está diciendo primero que te ama; después, que cuenta contigo; al
fin, pide tu colaboración para que trabajes por el Reino, que ayudes al hermano
necesitado, que compartas el dolor del que está enfermo o excluido, que seas
instrumento de paz, que hagas de tu profesión un servicio, que proclames con tu
vida la Buena Noticia e incluso que lo dejes todo por El. Es hermoso saber que
Dios "te ha soñado" desde el principio de una manera, que espera
mucho de ti, pero que respeta tu libertad. El sólo quiere que seas feliz
haciendo felices a los demás.
6 de enero de 2021
El Bautismo del Señor 10 de enero de 2021

La liturgia de hoy nos va a poner ante la
presentación "oficial" de Jesús en público. Su aparición ante los hombres y mujeres de su época
para dar comienzo a los que tradicionalmente se ha llamado su "ministerio
público". Un año más, y casi sin darnos cuenta, ha llegado y se ha ido la
Navidad. El salto que da la liturgia en este domingo es muy grande, aunque se
nos diga que todavía no se ha cerrado el ciclo navideño. Dejamos al Jesús-Niño
y pasamos al Jesús-adulto. No es fácil para nadie este cambio de niño a adulto.
Supone dejar a un lado las seguridades y lanzarse a la aventura de la confianza
en el Padre y de la misión encomendada. Esto es lo que le ocurrió a Jesús
cuando recibió el bautismo de manos de Juan.
4 de enero de 2021
La Epifanía del Señor 6 de enero de 2021

Hola, hermanos y amigos ! ¡esta Parroquia de "La Mayor" de Baza os desea una Feliz
manifestación del Señor! Hoy, y después de haber recibido tantos regalos, en el
silencio de la noche, acompañamos a los Reyes Magos en lo que fue grande y
valiente en ellos: ¡DEMOS VOZ A ESTA GRAN NOTICIA! ¡DIOS HA NACIDO!
1 de enero de 2021
Segundo Domingo después de Navidad 3 de enero 2021
Este domingo, un tanto atípico,
no contiene ninguna fiesta especial. Hemos celebrado ya la Sagrada Familia,
Santa María, Madre de Dios, y a la vuelta de la esquina la Epifanía o los Reyes
Magos. ¿Hemos notado la LUZ de la Navidad? ¿Hemos recibido en nuestras almas la
LUZ del Señor? ¿Hemos contemplado a Dios que baja al encuentro del hombre?
28 de diciembre de 2020
Santa María, Madre de Dios 1 de Enero de 2021
María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Comenzamos
este primer día del año 2021 celebrando tres fiestas en una. La primera, como
no podía ser de otra manera, es la que nos señala la liturgia religiosa de este
día: la fiesta de Santa María, Madre de Dios. San Lucas, en su evangelio de
hoy, nos presenta a María y a José junto al niño recostado en un pesebre. María
está asombrada y admirada ante lo que le dicen los pastores y guarda
celosamente en su corazón sus pensamientos y sus emociones. María se da cuenta
de que ha dado a luz un niño en el que se ha encarnado el mismo Verbo de Dios.
Es madre y discípula, al mismo tiempo, del Dios encarnado en su hijo. Por ser
madre de Jesús, el Salvador y hermano de los hombres, va a ser también madre
nuestra y madre de la Iglesia. Por ser discípula, va a tratar siempre de
cumplir la voluntad de su Señor y Maestro. Tantos y tan grandes privilegios y
obligaciones no llenan de soberbia el alma de María, sino que la sumergen en
una actitud contemplativa de profundo agradecimiento y unión con Dios. Así
quiere María que seamos sus hijos, los que desde este momento hemos pasado a
ser hijos de Dios por adopción, como nos recuerda el apóstol San Pablo, en su
carta a los Gálatas. Así querrá María que sea la Iglesia, una Iglesia humilde,
comprometida, y llena del Espíritu de su Hijo. Pidamos hoy a Santa María, Madre
de Dios, que nos ayude a nosotros a ser buenos hijos suyos y fieles discípulos
de su Hijo.
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